Monseñor Águedo Felipe Alvarado
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Nació en Piedra
Colorada, caserío del Municipio Bobare, el 5 de febrero de 1845. Fueron sus
padres don Rafael Alvarado y doña Gracia Liscano, quiboreños. Estudió primeras
letras en Bobare con el señor Ignacio Partidas y posteriormente con el señor
Rafael Giménez Alvarado, quiboreño también, quien por motivos político,
había a asilarse en casa de los padres del niño, en Bobare.
Cuando estalló la Guerra de la Federación, don
Rafael Alvarado tuvo que abandonar lo que poseía en este pueblo y llevarse la
familia para Quíbor. Esto redundó en
provecho espiritual del futuro Obispo
pues en esta población ingresó en el magnífico plantel que allí tenía
establecido el Maestro· Mateo Liscano Torres. Además de las materias
corrientes, estudió el joven Alvarado música vocal e instrumental en la clase
que regentaba don Saturniño Rodríguez. Al mismo tiempo, entró a servir como
acólito en la Iglesia Parroquial. Bajo la dirección del Cura, Presbítero Br.
Rafael: María Briceño, empezó su carrera eclesiástica y cuando la Visita
Pastoral del Ilmo. Arzobispo Guevara y Lira, le confirió éste la tonsura y las
cuatro órdenes menores en el templo de N. S. de Altagracia de Quíbor, el 13 de
noviembre de 1864. Atraído cada vez más por la vocación sacerdotal, trasladóse
a Caracas el año siguiente y el 1 de septiembre comenzó un Curso de Filosofía
en el Seminario Tridentino, obteniendo tres años después el grado de bachiller.
Recibió el Subdiaconado
de manos del Arzobispo Guevara y Lira, el 30 de agosto de 1869. El Obispo Diez
lo hizo Diácono y luego Presbítero, en Barquisimeto, el año de 1872. Cantó su
primera misa en la Iglesia Parroquial de Quíbor, el 1 de septiembre de ese
mismo año. Todavía era Cura de allí el mismo Padre Briceño, a quien de niño
había servido como acólito. Hay una discrepancia entre los biógrafos del
Ilmo. Sr. Alvarado, respecto al año de
su ordenación y de su primera misa. Unos dicen que fue en 1872; el doctor Simón
Wohnsiedler escribe 1871.
Fue nombrado Teniente
Cura de Yaritagua. En 1873 partió para Caracas a recibir el grado de Doctor en
Ciencias Eclesiásticas. Luego regresó a Barquisimeto y fue nombrado Cura de las
Parroquias de Cubiro y San Miguel. Entre las obras que realizó en Cubiro figura
la casa cural que construyó. Es “la primera casa de portón” que existió en
dicho pueblo.
Tres años después, 1877,
fue designado Cura-Coadjutor de Quíbor.
Según la tradición, el
primer templo de esta población, era una capilla con techo de paja, antigua; en
1808, el Pbro. José Pío Anzola, Cura a la sazón, acometió la empresa de
construir un templo de tejas, con tres naves y pilares de madera. Hallábase ya
en ruinas cuando llegó como Coadjutor el Padre Alvarado. A los seis meses de
llegar, obtuvo del Obispo y del Cura el consentimiento para demoler esta vieja
Iglesia y edificar en su lugar la que existe actualmente, la cual fue terminada
el 1 de diciembre de 1881. La bendición fue aplazada para el 23 de enero del
año siguiente, a fin de que coincidiera con las fiestas patronales de Quíbor.
Para entonces el Padre Briceño había fallecido ya y el Obispo Diez nombró cura
en propiedad de la Parroquia, al Presbítero doctor Alvarado. Estuvo sirviéndola
hasta el año de 1886 en que se le cambió para la Parroquia de la Concepción, de
Barquisimeto.
El 12 de mayo de 1900 fue
nombrado Provisor y Vicario General del Obispado y Deán de la Iglesia Catedral;
en noviembre de ese mismo año, elevósele a Vicario Capitular por muerte del
Obispo Diez. Estando en ejercicio de este cargo, el Congreso Nacional lo eligió
el 15 de junio de 1910 para Obispo de la Diócesis. Aceptado por Roma, fue
consagrado por el excelentísimo señor José Aversa, Delegado Apostólico, en
Caracas, el 6 de noviembre del mismo año.
Entre las obras
realizadas por el Ilmo. Sr. Alvarado durante su actuación al frente del
Obispado, se destacan la fundación del Seminario de Santo Tomás de Aquino, la
venida de las Hermanitas de los Pobres, para que fundaran el Asilo del Corazón
de Jesús en Barquisimeto; puso también toda su influencia e interés en la
fundación de los Colegios de las Hermanas de San José de Tarbes y de los
Hermanos Cristianos, en esta ciudad; esto, no siendo aún Obispo, sino Vicario
Capitular.
En Barquisimeto se
recuerda con gratitud su abnegada actuación durante los terribles días de las
guerras civiles, cuando la ciudad de Barquisimeto era asediada.
Alvarado fue entonces el
padre -amoroso, respetado y querido por los combatientes de uno y otro bando.
Llegó hasta servir de parlamentario, en unión de don Federico Ramos y de don
Eduardo Lindheimer.
Siendo todavía Vicario
Capitular tomó parte en la redacción de la Instrucción Pastoral del Episcopado
venezolano, dada en Caracas en 1904.
Anciano ya, falleció este
virtuosísimo Prelado en Barquisimeto, el 26 de septiembre de 1926.Su muerte fue
hondamente sentida por todos. Entre sus grandes méritos, entre todas las
virtudes que poseyó, sobresalían la dulzura, la humildad, la afabilidad de su
carácter, el amor cristiano para con el prójimo. Las amarguras y contrariedades
de la vida le hallaron siempre sonriente. Nada pudieron, ni aun la vejez misma,
contra la eterna jovialidad de su corazón. Así, a su manera, dentro de la
Religión, sin salirse de su centro, conoció y practicó lo que Gil Fortoul ha
llamado el arte de embellecer la vida.
El Obispo Alvarado la
embelleció con sus virtudes, con su jovialidad, con su humildad y Su afabilidad
para con todos. Supo ser bueno, amable y útil.