lunes, 13 de noviembre de 2017

Reseña de Doña Carmen Alvizú de Briceño

Doña Carmen Alvizú de Briceño
            Hablar de Doña Carmen es hablar de una mujer excepcional, comprometida con el quehacer bobareño. Es noble mujer nació                     siendo sus padres                     
Dejó un legado que los bobareños recordaremos siempre. Esta noble mujer trabajó por el quehacer cotidiano de este pueblo y de sus habitantes. Al hacer referencia de esta célebre mujer, es recordar el regalito del día 25 de diciembre, donde acudían todos los niños que no les llegaba el niño Jesús o ir a comprar el famoso remedio contra el asma, hecho de plantas medicinales propias del pueblo y que su secreto lo heredó a su hija adoptiva, Sobella de Hernández,  quien todavía hoy prepara esta misteriosa pócima que ha curado asma, tos, gripe no solo a los bobareños sino de personas procedentes de otras latitudes.
Doña Carmen Alvizu de Briceño para el año 1946-1947 fue miembro principal de la Junta de Administración Parroquial.[1] Estando allí planteo una serie de inquietudes que aquejaban a la población para aquel entonces, entre esas obras sociales, se pueden mencionar: mejoras de las vías de penetración de los diferentes caseríos, trazó las mejoras para la escuela Diurna número 22 para ese entonces, el problema del agua del pueblo, la situación económica de algunos habitantes que se encontraban en deplorables condiciones. Entre otras.
Para el año 1950, la señora Carmen Alvizu fue jefe de la oficina de Correos de Bobare con un sueldo anual de 2016.00Bs, es decir mensualmente percibía un sueldo de 168 Bs. Entre los servicios que ejecutaba se encontraban: Recibo y despacho de cartas, tarjetas postales, impresos, muestras, papeles de negocios, impresiones en relieve para uso de los ciegos, pequeños paquetes y paquetes postales. Además recibía y despachaba envíos contra reembolso y valores declarados; así como despacho a diario de correos. [2]
Por otro lado, es importante hacer notar que, en el Grupo Escolar “Francisco de Miranda” de Bobare, desde su fundación en 1950 ha contado con el apoyo de los padres o representantes, siendo éstos un factor importantísimo tanto para el directivo como para los maestros ya que aseguran con su contribución el funcionamiento efectivo de del plantel..
En la población de Bobare, el Grupo Escolar “Francisco de Miranda” contó, desde su fundación, con el servicio de comedor. Este funcionaba en la casa de la señora Carmen Alvizu de Briceño y, a mediados de 1952, comienza a funcionar en su sede propia al lado de la casa de la mencionada señora. Su primera ecónoma fue Nelly Duin. Se servía sólo el almuerzo para un total de cien alumnos.
Según informaciones suministrada por la señora Juana Pineda de Arrieche, jefa de cocina para ese entonces, mensualmente se llevaba a consulta de ocho a diez alumnos y allí se les aplicaba la desparasitación y además, para tallarlos y pesarlos.[3]
El comedor escolar funcionaba como se mencionó anteriormente en casa de la señora Carmen Alvizu de Briceño y la hora de almuerzo era de 12 m a 1 pm. La selección de los estudiantes para el comedor se hacía según su peso y talla. Se inició con una matrícula de 12 alumnos la cual se fue incrementando hasta llegar a 30.
Como medida sanitaria se les suministraba semanalmente una cucharada de calcio y una de aceite de bacalao.
Por otro lado, en el año 1951, se constituyen en el Grupo Escolar “Francisco de Miranda” su primera Junta Directiva de la Sociedad de Padres y Representantes que estaba integrada por: Crispín Sira, Rafael Bracho, Carmen Alvizu de Briceño, Ramona Monjes, María Genoveva Aranguren, Germán Rodríguez, entre otros.
Otra de las tantas actividades realizada por esta distinguida dama de Bobare, era de confeccionar el uniforme para el grupo de estudiantes del Grupo Escolar arriba señalado, entre las condiciones estaban tomar las medidas de los niños y de esa manera hacerle su respectivo uniforme.[4]
Entre una de las tareas que correspondía a la Sociedad de Padres y Representantes es la de gestionar lo concerniente al ropero escolar. Cabe señalar que el uniforme estipulado era, para las hembras vestido completo fondo blanco con cuadros rojos, azules y rosados con botones por el frente y una cinta del mismo color en la cintura, zapatos color negro y medias blancas. Para los varones era pantalón azul, camisa blanca, medias blancas y zapatos de color negro.
Esta obligación de cumplir con el uniforme fue otro problema entre el director del plantel y la comunidad educativa ya que habían niños que no podían comprar el uniforme, a pesar de que éste existía dentro de la Institución y asignado por el Gobierno Nacional, razón por la cual los padres o representantes tenían que comprar el mismo. El representante cancelaba un 20% del valor del uniforme y el otro 80% lo cancelaba el Estado, a través del Ministerio de Educación.
Es por ello que el papel desempeñado por los padres y representantes, siendo uno de ellos doña Carmen Alvizu, ha servido para el crecimiento y consolidación de la escuela. El directivo sin la ayuda de estos miembros no puede canalizar los diferentes problemas que surgen a diario en el plantel.
Esta extraordinaria mujer dejo de existir a los 69 años de edad.





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