Doña Carmen Alvizú de
Briceño
Hablar
de Doña Carmen es hablar de una mujer excepcional, comprometida con el quehacer
bobareño. Es noble mujer nació siendo sus padres
Dejó un legado que los bobareños recordaremos siempre.
Esta noble mujer trabajó por el quehacer cotidiano de este pueblo y de sus
habitantes. Al hacer referencia de esta célebre mujer, es recordar el regalito
del día 25 de diciembre, donde acudían todos los niños que no les llegaba el
niño Jesús o ir a comprar el famoso remedio contra el asma, hecho de plantas
medicinales propias del pueblo y que su secreto lo heredó a su hija adoptiva,
Sobella de Hernández, quien todavía hoy
prepara esta misteriosa pócima que ha curado asma, tos, gripe no solo a los
bobareños sino de personas procedentes de otras latitudes.
Doña Carmen Alvizu de Briceño para el año 1946-1947
fue miembro principal de la Junta de Administración Parroquial.[1]
Estando allí planteo una serie de inquietudes que aquejaban a la población para
aquel entonces, entre esas obras sociales, se pueden mencionar: mejoras de las
vías de penetración de los diferentes caseríos, trazó las mejoras para la
escuela Diurna número 22 para ese entonces, el problema del agua del pueblo, la
situación económica de algunos habitantes que se encontraban en deplorables
condiciones. Entre otras.
Para el año 1950, la señora Carmen Alvizu fue jefe de
la oficina de Correos de Bobare con un sueldo anual de 2016.00Bs, es decir
mensualmente percibía un sueldo de 168 Bs. Entre los servicios que ejecutaba se
encontraban: Recibo y despacho de cartas, tarjetas postales, impresos,
muestras, papeles de negocios, impresiones en relieve para uso de los ciegos,
pequeños paquetes y paquetes postales. Además recibía y despachaba envíos
contra reembolso y valores declarados; así como despacho a diario de correos.
[2]
Por otro lado, es importante hacer notar que, en el
Grupo Escolar “Francisco de Miranda” de Bobare, desde su fundación en 1950 ha contado con el
apoyo de los padres o representantes, siendo éstos un factor importantísimo
tanto para el directivo como para los maestros ya que aseguran con su
contribución el funcionamiento efectivo de del plantel..
En la población de Bobare, el Grupo Escolar “Francisco
de Miranda” contó, desde su fundación, con el servicio de comedor. Este
funcionaba en la casa de la señora Carmen Alvizu de Briceño y, a mediados de
1952, comienza a funcionar en su sede propia al lado de la casa de la
mencionada señora. Su primera ecónoma fue Nelly Duin. Se servía sólo el
almuerzo para un total de cien alumnos.
Según informaciones suministrada por la señora Juana
Pineda de Arrieche, jefa de cocina para ese entonces, mensualmente se llevaba a
consulta de ocho a diez alumnos y allí se les aplicaba la desparasitación y
además, para tallarlos y pesarlos.[3]
El comedor escolar funcionaba como se mencionó
anteriormente en casa de la señora Carmen Alvizu de Briceño y la hora de almuerzo
era de 12 m
a 1 pm. La selección de los estudiantes para el comedor se hacía según su peso
y talla. Se inició con una matrícula de 12 alumnos la cual se fue incrementando
hasta llegar a 30.
Como medida sanitaria se les suministraba semanalmente
una cucharada de calcio y una de aceite de bacalao.
Por otro lado, en el año 1951, se constituyen en el
Grupo Escolar “Francisco de Miranda” su primera Junta Directiva de la Sociedad de Padres y
Representantes que estaba integrada por: Crispín Sira, Rafael Bracho, Carmen
Alvizu de Briceño, Ramona Monjes, María Genoveva Aranguren, Germán Rodríguez,
entre otros.
Otra de las tantas actividades realizada por esta
distinguida dama de Bobare, era de confeccionar el uniforme para el grupo de
estudiantes del Grupo Escolar arriba señalado, entre las condiciones estaban
tomar las medidas de los niños y de esa manera hacerle su respectivo uniforme.[4]
Entre una de las tareas que correspondía a la Sociedad de Padres y
Representantes es la de gestionar lo concerniente al ropero escolar. Cabe
señalar que el uniforme estipulado era, para las hembras vestido completo fondo
blanco con cuadros rojos, azules y rosados con botones por el frente y una
cinta del mismo color en la cintura, zapatos color negro y medias blancas. Para
los varones era pantalón azul, camisa blanca, medias blancas y zapatos de color
negro.
Esta obligación de cumplir con el uniforme fue otro
problema entre el director del plantel y la comunidad educativa ya que habían
niños que no podían comprar el uniforme, a pesar de que éste existía dentro de
la Institución y asignado por el Gobierno Nacional, razón por la cual los
padres o representantes tenían que comprar el mismo. El representante cancelaba
un 20% del valor del uniforme y el otro 80% lo cancelaba el Estado, a través
del Ministerio de Educación.
Es por ello que el papel desempeñado por los padres y
representantes, siendo uno de ellos doña Carmen Alvizu, ha servido para el
crecimiento y consolidación de la escuela. El directivo sin la ayuda de estos
miembros no puede canalizar los diferentes problemas que surgen a diario en el
plantel.
Esta extraordinaria mujer dejo de existir a los 69
años de edad.
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